Hace ya dos meses y pico que decidí que un entrenador personal me guiará por los senderos de la alimentación y las rutinas de gym. Y por ahora no puedo quejarme. ¿O si?.
Desde los veintipico años que estoy intentando ganar peso. Y eso son muchos años, la verdad. Por mucho que lo he intentado, a lo máximo que he llegado ha sido a 74, pero de eso hace ya lustros. A la que me despisto regreso, inexorablemente, a mis eternos 69 kilos. Es lo que tiene la genética familiar, que no me deja engordar bajo ningún concepto, pero como a cabezón no me gana ni la genética, pues aquí estoy otra vez intentando superar esa barrera.
Por ahora parece que la cosa va encaminada. En estos dos meses y algo, y teniendo en cuenta el exceso laboral al que me he visto sometido últimamente, he ganado CUATRO kilos, lo cual, para mi, es mucho realmente. Bueno, pero no sólo kilos, eh! Que te también he ganado en masa muscular que es de lo que se trata.
El único problema por ahora, y que estoy intentando subsanar a base de cardio, es el tema “barriga”. En mi vida he tenido barriga, de hecho no soporto las barrigas y menos en mí y, aunque cuando me quejo mis amigos se ríen, yo considero que tengo “barriga” (el entrecomillado es porque parece ser que soy lo único que lo cree). Sí. Me he engordado en estas semanas, pero si el precio para llegar a 75 es tener barriga, oigausted, prefiero quedarme como estaba.
Dentro de una hora tengo cita con el entrenador, volveremos a discutir por el tema de mi “barriga” y esta vez yo le preguntaré por las fotos del Jesús Vázquez y por qué él tiene abdominales y yo no.